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martes, 2 de septiembre de 2014

Mimbre 2




Seguir los trabajos de los artesanos del mimbre es un proceso dilatado ya que estos se suceden a lo largo de todo el año. Cada estación del año tiene su tarea específica. Un trabajo duro que supone estar a la merced de la climatología: cortar y recoger el mimbre con nieblas y temperaturas bajo cero, clasificar y empozar las ramas con frío y lluvias… Visitar y compartir algunas de estas jornadas con estos hombres hace que surja cierto grado de amistad. Desde aquí les doy las gracias ya que sin su colaboración no hubiera sido posible obtener las fotografías de mi archivo. Gracias también a Florentino, alcalde de Villoruela, que se empeño en que fuera posible el Centro de interpretación del Mimbre como homenaje a un oficio en vías de desaparición y a los hombres que lo han ejercido.


























































sábado, 21 de diciembre de 2013

Al calor del hogar




Que invento el fuego. Su dominio no solamente nos proporciono una fuente de calor sino que propicio que tuviéramos una mejor alimentación y fomento el desarrollo tecnológico. Al amor del fuego se reunían los grupos familiares para pasar las largas veladas invernales. Cohesión del grupo y trasmisión de conocimientos tradicionales. No es extraño que sigamos fascinándonos con su visión. Lástima que se sustituyera por la televisión.










jueves, 24 de mayo de 2012

Talleres de madera




Recorremos el territorio disfrutando de su paisaje y de su paisanaje. Encontramos hombres que han dedicado su vida a trabajos a punto de desaparecer, igual que ellos. Ya al final de sus días, mantienen sus talleres como si fueran a trabajar al día siguiente. Auténticos museos etnográficos pero sin visitantes ni carteles (a no ser los de los festejos taurinos). Con su muerte estos lugares esperaran a que una gotera los convierta en ruina. Las herramientas y otros utensilios terminarán en la chatarra o en la colección de algún avispado. Tradiciones y patrimonio que desaparece.












domingo, 19 de junio de 2011

Palomares tradicionales en la provincia de Salamanca

La paloma bravía (Columba livia) tiene un largo proceso de domesticación; se tienen noticias de su aprovechamiento 5.000 años antes de C. Los romanos tenían un gran aprecio a esta ave y se le atribuye a ellos la difusión por Iberia de la cría en palomares. Estos edificios tienen mucho parecido con algunas construcciones romanas, como por ejemplo con los Columbarios que era donde se depositaba las cenizas de los muertos, según la tradición etrusca.


Las palomas tienen unas características que las hacen muy aprovechables por los humanos. Se emparejan de por vida y viven en colonias, aprovechando huecos de taludes y paredes rocosas. Tienen una alta fecundidad, un gran sentido de la orientación y son muy fieles a sus lugares de anidamiento. Hay más de quinientas razas y variedades.


Su aprovechamiento principal son los pichones que aportaban proteínas animales a la dieta y grandes rentas en el caso de palomares dedicados a la producción para la venta. Sus excrementos, la palomina, se utilizan como abono, siendo de muy buena calidad. También son conocidos por todos los usos como palomas mensajeras y en las competiciones y exhibiciones. Otra utilización es la cría para la suelta de animales en el tiro al pichón.


Los palomares son abundantes en León, Zamora, Valladolid, Palencia o Portugal. En salamanca también podemos encontrarlos pero en menor abundancia. Suelen ser de menor tamaño y utilizados como un complemento de la economía de subsistencia. En algunos casos son edificaciones aisladas y con un uso exclusivo para las palomas. La mayoría de ocasiones se trata de construcciones adosadas a otro edificio o el aprovechamiento de alguna zona, como por ejemplo los desvanes. Suelen compartir el espacio con el gallinero, reservándose la parte alta para las palomas y la baja para las gallinas.




En Tierra de Campos el material de construcción básico es el barro, en Salamanca se utilizan los mismos materiales que para el resto de las edificaciones, según la zona y que en la mayoría de los casos es la piedra.




El interior del palomar se encuentra  lleno de nichos, realizados en las paredes, para facilitar el anidamiento. Cada paloma utiliza dos nichos alternativamente en sus sucesivas crías. Para la entrada de los animales se realizan unos pequeños ventanucos en la parte alta de la edificación, en algunas ocasiones tienen una pequeña repisa para facilitar el que se posen antes de introducirse en el interior. Una puerta facilita el acceso para retirar los pichones y realizar su limpieza.



Una muestra de la importancia de estas construcciones puede ser el que una pedanía de Alba de Tormes y un municipio cercano a Béjar reciban el topónimo de Palomares. En la actualidad, el tiempo y el abandono hacen que una gran mayoría de estos interesantes edificios estén en ruinas.

viernes, 27 de mayo de 2011

El gallo Kiriko

Había un gallo, Kiriko, muy presumido que le invitaron a ir a la boda de su tío Federico. Se arreglo con sus mejores galas y se pinto el pico.


Caminaba por la carretera y se encontró unos desperdicios. Empezó a escarbar y encontró unos granos de cebada. Dice:


-¡Ay dios mío! ¿Qué haré yo? ¿Picaré o no picaré? ¿Porque si pico y me ensucio el pico?
Pico y se ensucio. Siguió caminando y se encontró con la hierba y le dijo:


-Hierba, límpiame el pico que voy a la boda de mi tío Federico.
La hierba le contesto:
-No, no quiero.
El gallo Kirico continuó caminando y encontró a una oveja y le dijo:


-Oveja, come la hierba, que la hierba no quiso limpiarme el pico y voy a la boda de mi tío Federico.
Y no quiso. Siguió su camino y se encontró a un perro:


-Perro, muerde a la oveja que no quiso comer la hierba y la hierba no quiso limpiarme el pico y voy a la boda de mi tío Federico.
Y no quiso. Más adelante encontró un palo:


-Palo pega al perro, que el perro no quiso morder a la oveja, que la oveja no quiso comer la hierba y la hierba no quiso limpiarme el pico y voy a la boda de mi tío Federico.
Y no quiso. Siguió y encontró al fuego:


-Fuego quema al palo, que el palo no quiso pegar al perro, que el perro no quiso morder a la oveja, que la oveja no quiso comer la hierba y la hierba no quiso limpiarme el pico y voy a la boda de mi tío Federico.
Tampoco quiso. Continuó y se encontró un río:


-Río apaga el fuego que no quiso quemar al palo, que el palo no quiso pegar al perro, que el perro no quiso morder a la oveja, que la oveja no quiso comer la hierba y la hierba no quiso limpiarme el pico y voy a la boda de mi tío Federico.
Y no quiso. Fue más adelante y encontró un burro:


-Burro, bebe el agua, que el agua no quiso apagar el fuego, que no quiso quemar al palo, que el palo no quiso pegar al perro, que el perro no quiso morder a la oveja, que la oveja no quiso comer la hierba y la hierba no quiso limpiarme el pico y voy a la boda de mi tío Federico.
Bueno pues ahora… ¿por dónde iba yo…?           (Por el burro).     Pues álzale el rabo y bésale el culo.
Cuento popular de Miranda del Castañar, Salamanca.

martes, 1 de febrero de 2011

La matanza

Con la llegada del invierno en nuestros pueblos comienzan un tipo de actividades que no se pueden realizar en otro momento. Este es el caso de la matanza tradicional. Esto lo sabemos todos ya que llegadas estas fechas las páginas de los periódicos se llenan de fotos de matanceros vestidos con blusones negros y chapelas vascas. La Fiesta de la Matanza reclamada como fiesta de interés turístico.

Estamos ante otra comercialización de la tradición. Grandes concentraciones de gente para ver como se desguaza a un marrano. Famosos disfrazados de “lugareños” poniéndose como cerdos a jamón y vino. Teatralización promovida por las grandes fábricas de embutido.

Pero la matanza tradicional esta a punto de desaparecer. Ya no hay lugares adecuados para realizar las labores como se han hecho siempre. Los nuevos modos de vida no son compatibles con algunos de los procesos de la elaboración del mondongo.

La matanza tradicional era una fiesta, pero una fiesta familiar a la que acudían algunos vecinos. Se comía, se bebía y se reía pero sobre todo se trabajaba. A la matanza no se iba de miranda y los forasteros eran escasos si es que los había.

Si vais a alguna fiesta turística de estas y veis a algún personajillo de los que vienen a atiborrarse gratis de los productos de la tierra no dejéis de advertirles que “en  Guijuelo cerdo que entra cerdo que matan”.