La vieja ermita, en lo alto del
otero, cobija a una familia de mochuelos bajo sus tejas. Dos ojos amarillos se
dejan ver por un hueco del tejado, desvelando la localización de su hogar.
Insectos y roedores, procedentes de los campos de cereal próximos, han
permitido que, al menos, un nuevo par de vigilantes de la noche pueblen estos
lugares.
Estas imágenes eran muy típicas en el medio rural de Madrid hace cuarenta años... En ninguna zona faltaba el simpático y elegante mochuelo. Ahora, las carreteras y las escopetas le han eliminado casi por completo.
ResponderEliminarEnhorabuena por el reportaje, es muy interesante. Un cordial saludo.
Very nice - Realmente muy agradable
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