De mayor tamaño que otras palomas,
destacan sus manchas blancas en las alas y en el cuello. Podría tomarse como símbolo
de lo montaraz, de lo agreste. Su desconfianza en el monte es asombrosa, no dejándose
acercar. En cambio, desde hace unos años, se ha vuelto un residente habitual de
los parques y jardines de las ciudades. Construye sus nidos a poca altura en
árboles de paseos cercanos a los transeúntes. Estas fotos están hechas desde la
ventana de mi casa, pertenece a un nido que no está a más de 20 metros del
edificio y a menos de 5 metros de altura. Cerca de él hay otros tres nidos a
menos de 10 metros de distancia entre ellos.
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