viernes, 29 de marzo de 2013

Sierra de Béjar




El Travieso – Calvitero – Hoya Moros – Hoya Cuevas - Dehesa de Candelario.
Al ser la población de mayor entidad de la zona, suele atribuirse el nombre de Béjar a toda esta sierra. Pero, los habitantes de Candelario reclaman el topónimo de su pueblo para dar nombre a las montañas que acompañan su existencia. Esta excursión nos permitirá formar una opinión y diferenciar sobre el terreno cual es la Sierra de candelario y cual la de Béjar.




Comenzamos nuestra marcha en la segunda Plataforma o Plataforma del Travieso. Una senda, de fuerte pendiente, nos encamina, a través del lugar denominado El Quemal, hasta la fuente del Travieso. Aquí la pendiente afloja un poco, lo que no impedirá que sigamos ascendiendo, primero hasta la fuente de la Goterita (último punto de agua potable) y después hasta la cuerda del Calvitero. En total algo más de dos horas para salvar los 500 metros de desnivel.




Encontrándonos en pleno corazón de la Sierra de Candelario, el recorrido transcurrirá por una zona relativamente llana que coincide con la línea de cumbres. Podremos disfrutar de una magnífica vista de la provincia de Salamanca, Sierra de Gredos y parte de la provincia de Cáceres, siempre que el tiempo nos considere dignos del espectáculo.




Alcanzamos un montoncito de piedras que recibe el nombre de Refugio de Fran, en honor a un montañero desaparecido. Desde este punto podremos divisar las Lagunas del Trampal, situadas dentro del Parque Regional de Gredos.




Terminó nuestra ascensión para comenzar nuestro lento descenso de los 1.200 metros de desnivel que nos dejarán en la Dehesa de Candelario.




Nos encaminamos hacia un circo glaciar denominado Hoya Moros, donde se encuentra el nacimiento del río Cuerpo de Hombre. Formando lo que con propiedad podemos llamar la Sierra de Béjar, encontramos unos enormes farallones de roca granítica, de los que destacan Los Dos hermanitos.




Podemos distinguir los valles glaciares por su inconfundible forma de cubeta, fondos anchos y más o menos llanos con paredes laterales de fuertes pendientes. Otra característica es la presencia de bloques erráticos: enormes pedruscos que cayeron de las cimas y fueron transportados por el hielo hasta que éste desapareció y los depositó en los lugares en los que se encuentran ahora. Más sutil es la presencia de estrías en la roca, producidas por el deslizamiento del hielo sobre ellas. También podemos observar las morrenas, tanto las frontales como las laterales y las de fondo. Son éstas, acumulaciones de rocas que fueron arrastradas por el glaciar y depositadas en los distintos lugares a modo de sedimento, de la misma forma que los ríos depositan los cantos rodados y las arenas.
Especial importancia tiene las turberas, que en la zona se denominan trampales; son unas formaciones muy escasas en España y su conservación se encuentra amenazada. El hielo a su paso socavó el terreno en distintos lugares que fueron ocupados por el agua cuando se suavizó el clima. Con el paso del tiempo estas pequeñas lagunas se fueron rellenando de sedimentos y de restos de plantas en descomposición, a lo que se denomina colmatación. La abundante humedad por falta de drenaje y lo extremo del clima impide que los restos orgánicos de plantas y animales se descompongan totalmente, formándose así la turba, carbón muy apreciado y utilizado en jardinería. Todo esto da lugar a unos paisajes semiencharcados en los que habita una flora y una fauna características. Un ejemplo es la salamandra bejarana, subespecie típica de esta sierra y diferente a la de otros lugares.




Continuamos nuestro descenso por el mismo valle aunque cambia su nombre por el de Hoya Cuevas. Disfrutaremos aquí de los contorneos que realiza el Cuerpo de Hombre para abrirse paso a lo largo de la llanura glaciar. El fenómeno recibe el nombre de meandros. Al final de Hoya Cuevas el río se precipita por una rampa de roca formando primero una chorrera y finalmente una cascada en la zona de mayor inclinación.




Nos adentramos en un bosque de pino silvestre y más tarde, ya caminando por una ancha pista forestal, en un magnífico bosque de roble en el que podemos admirar algunos árboles centenarios. Nos encontramos en la Dehesa de Candelario. Termina nuestro camino en el lugar denominado Puente de los Avellanares, topónimo que hace referencia a la abundancia de este arbusto en la zona.




Si nos remontamos mentalmente años atrás, en los que la electricidad no nos solucionaba algunos de nuestros problemas, podemos imaginarnos a las gentes de los pueblos cercanos utilizando estos caminos que hoy recorremos con otros fines. Unos hombres, denominados “boleros”, subían a la sierra temprano, hasta el borde de los neveros. Aquí se esmeraban en construir unas grandes bolas de nieve bien prensadas, los “bolos”, a las que clavaban un palo de roble descortezado, el “pelao”. Dejaban los bolos en la sierra para que las heladas los endurecieran aun más. Días después, regresaban a por los bolos y los transportaban a hombros con la ayuda del pelao hasta unas construcciones circulares, escavadas en la tierra y recubiertas de piedra, los pozos de nieve. Se depositaban los bolos en estos pozos y eran prensados con el pisón, que consistía en una rodaja de roble con un mango que facilitaba su manejo. Cada cierta altura se depositaba una capa de paja que iba separando en rodajas las diferentes capas de nieve. Una vez lleno el pozo se abandonaba hasta la llegada del verano, cuando se procedía a la extracción de la nieve, ya convertida en hielo, para su uso en la conservación de alimentos. Para este fin se utilizaban cuñas de madera y picos de hierro. Se cargaba la mercancía y se llevaba hasta los puntos de destino, que podían estar tan lejanos como Mérida. Aun quedan restos de estas construcciones cerca de aquí, en el término municipal de la Garganta.




Es preciso advertir que se trata de una ruta de alta montaña y aunque nos parezca fácil, puede esconder peligros de gran importancia. Han muerto personas en esta sierra y muchas se han perdido, pasando como mínimo un mal rato. Así pues, extrema las precauciones y si no estás acostumbrado a andar por la montaña, no te aventures a emprender la marcha sin que te acompañe alguien experto.






2 comentarios:

  1. Qué bonita es esta zona.. Me encanta.. Preciosas imágenes..

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  2. Maravillosa sierra llámese de Béjar o de Candelario.
    'Ojolince y sra.' hemos recorrido algunos de estos parajes (si nieve, esos sí) y hemos disfrutado de la belleza que atesora en paisaje, flora y fauna.
    Aún nos queda mucho por descubrir, en concreto el circo de Hoya Moros y Hoya Cuevas que, por tus imponentes fotos, promete.
    Un saludo desde Pucela.

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