El
Travieso – Calvitero – Hoya Moros – Hoya Cuevas - Dehesa de Candelario.
Al ser la población de mayor
entidad de la zona, suele atribuirse el nombre de Béjar a toda esta sierra.
Pero, los habitantes de Candelario reclaman el topónimo de su pueblo para dar
nombre a las montañas que acompañan su existencia. Esta excursión nos permitirá
formar una opinión y diferenciar sobre el terreno cual es la Sierra de
candelario y cual la de Béjar.
Comenzamos nuestra marcha en la
segunda Plataforma o Plataforma del Travieso. Una senda, de fuerte pendiente,
nos encamina, a través del lugar denominado El Quemal, hasta la fuente del
Travieso. Aquí la pendiente afloja un poco, lo que no impedirá que sigamos
ascendiendo, primero hasta la fuente de la Goterita (último punto de agua
potable) y después hasta la cuerda del Calvitero. En total algo más de dos
horas para salvar los 500 metros de desnivel.
Encontrándonos en pleno corazón
de la Sierra de Candelario, el recorrido transcurrirá por una zona
relativamente llana que coincide con la línea de cumbres. Podremos disfrutar de
una magnífica vista de la provincia de Salamanca, Sierra de Gredos y parte de
la provincia de Cáceres, siempre que el tiempo nos considere dignos del
espectáculo.
Alcanzamos un montoncito de
piedras que recibe el nombre de Refugio de Fran, en honor a un montañero
desaparecido. Desde este punto podremos divisar las Lagunas del Trampal,
situadas dentro del Parque Regional de Gredos.
Terminó nuestra ascensión para
comenzar nuestro lento descenso de los 1.200 metros de desnivel que nos dejarán
en la Dehesa de Candelario.
Nos encaminamos hacia un circo
glaciar denominado Hoya Moros, donde se encuentra el nacimiento del río Cuerpo
de Hombre. Formando lo que con propiedad podemos llamar la Sierra de Béjar,
encontramos unos enormes farallones de roca granítica, de los que destacan Los
Dos hermanitos.
Podemos distinguir los valles
glaciares por su inconfundible forma de cubeta, fondos anchos y más o menos
llanos con paredes laterales de fuertes pendientes. Otra característica es la
presencia de bloques erráticos: enormes pedruscos que cayeron de las cimas y
fueron transportados por el hielo hasta que éste desapareció y los depositó en
los lugares en los que se encuentran ahora. Más sutil es la presencia de
estrías en la roca, producidas por el deslizamiento del hielo sobre ellas.
También podemos observar las morrenas, tanto las frontales como las laterales y
las de fondo. Son éstas, acumulaciones de rocas que fueron arrastradas por el
glaciar y depositadas en los distintos lugares a modo de sedimento, de la misma
forma que los ríos depositan los cantos rodados y las arenas.
Especial importancia tiene las
turberas, que en la zona se denominan trampales; son unas formaciones muy
escasas en España y su conservación se encuentra amenazada. El hielo a su paso
socavó el terreno en distintos lugares que fueron ocupados por el agua cuando
se suavizó el clima. Con el paso del tiempo estas pequeñas lagunas se fueron
rellenando de sedimentos y de restos de plantas en descomposición, a lo que se
denomina colmatación. La abundante humedad por falta de drenaje y lo extremo
del clima impide que los restos orgánicos de plantas y animales se descompongan
totalmente, formándose así la turba, carbón muy apreciado y utilizado en
jardinería. Todo esto da lugar a unos paisajes semiencharcados en los que
habita una flora y una fauna características. Un ejemplo es la salamandra
bejarana, subespecie típica de esta sierra y diferente a la de otros lugares.
Continuamos nuestro descenso por
el mismo valle aunque cambia su nombre por el de Hoya Cuevas. Disfrutaremos
aquí de los contorneos que realiza el Cuerpo de Hombre para abrirse paso a lo
largo de la llanura glaciar. El fenómeno recibe el nombre de meandros. Al final
de Hoya Cuevas el río se precipita por una rampa de roca formando primero una
chorrera y finalmente una cascada en la zona de mayor inclinación.
Nos adentramos en un bosque de
pino silvestre y más tarde, ya caminando por una ancha pista forestal, en un
magnífico bosque de roble en el que podemos admirar algunos árboles
centenarios. Nos encontramos en la Dehesa de Candelario. Termina nuestro camino
en el lugar denominado Puente de los Avellanares, topónimo que hace referencia
a la abundancia de este arbusto en la zona.
Si nos remontamos mentalmente
años atrás, en los que la electricidad no nos solucionaba algunos de nuestros
problemas, podemos imaginarnos a las gentes de los pueblos cercanos utilizando
estos caminos que hoy recorremos con otros fines. Unos hombres, denominados “boleros”,
subían a la sierra temprano, hasta el borde de los neveros. Aquí se esmeraban
en construir unas grandes bolas de nieve bien prensadas, los “bolos”, a las que
clavaban un palo de roble descortezado, el “pelao”. Dejaban los bolos en la
sierra para que las heladas los endurecieran aun más. Días después, regresaban
a por los bolos y los transportaban a hombros con la ayuda del pelao hasta unas
construcciones circulares, escavadas en la tierra y recubiertas de piedra, los pozos
de nieve. Se depositaban los bolos en estos pozos y eran prensados con el
pisón, que consistía en una rodaja de roble con un mango que facilitaba su
manejo. Cada cierta altura se depositaba una capa de paja que iba separando en
rodajas las diferentes capas de nieve. Una vez lleno el pozo se abandonaba
hasta la llegada del verano, cuando se procedía a la extracción de la nieve, ya
convertida en hielo, para su uso en la conservación de alimentos. Para este fin
se utilizaban cuñas de madera y picos de hierro. Se cargaba la mercancía y se
llevaba hasta los puntos de destino, que podían estar tan lejanos como Mérida. Aun
quedan restos de estas construcciones cerca de aquí, en el término municipal de
la Garganta.
Es preciso advertir que se trata
de una ruta de alta montaña y aunque nos parezca fácil, puede esconder peligros
de gran importancia. Han muerto personas en esta sierra y muchas se han
perdido, pasando como mínimo un mal rato. Así pues, extrema las precauciones y
si no estás acostumbrado a andar por la montaña, no te aventures a emprender la
marcha sin que te acompañe alguien experto.
Qué bonita es esta zona.. Me encanta.. Preciosas imágenes..
ResponderEliminarMaravillosa sierra llámese de Béjar o de Candelario.
ResponderEliminar'Ojolince y sra.' hemos recorrido algunos de estos parajes (si nieve, esos sí) y hemos disfrutado de la belleza que atesora en paisaje, flora y fauna.
Aún nos queda mucho por descubrir, en concreto el circo de Hoya Moros y Hoya Cuevas que, por tus imponentes fotos, promete.
Un saludo desde Pucela.