Un icono, un símbolo de la ciudad
de Béjar. Es raro, la semana que no aparece alguna noticia referido a él en la
prensa local. Tras saber de su existencia, ya hace muchos años, al final
conseguí verlo. El sentimiento fue de desilusión. No por su falta de belleza o
de interés sino por la sensación de abandono. No hay nada peor que los políticos
decidan que hay que hacer una puesta en valor de algo.
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