Pasear en una noche de invierno,
en un día de diario, es la mejor forma de disfrutar del centro histórico de la
ciudad. La niebla y la lluvia realzan más el color de la piedra bajo la luz
eléctrica. Lejos las aglomeraciones de los fines de semana, las borracheras que
enturbian la visión, los cristales rotos…
Fotografías realizadas con cámaras compactas a pulso.
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