Cuando Fernando Gallego pinto la bóveda de la Biblioteca de la Universidad de Salamanca con su célebre Cielo, no tendría problemas para obtener la inspiración. Aunque del siglo XV a nuestros días las cosas han cambiado mucho seguro que el cielo que envuelve la ciudad no lo ha hecho. Varía mucho en su colorido y luminosidad resaltando de forma especial el color de la piedra que domina los monumentos salmantinos.
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