Un dicho que sirve para llamar la atención a alguien que esta despistado. Pero cuando nos adentramos en el Valle de Las Batuecas es difícil que nuestra atención divague por derroteros imprecisos. Una multitud de estímulos hará que nos centremos y no perdamos detalle de lo que encontramos a nuestro alrededor.
Una vegetación exuberante debida a una elevada humedad y unas temperaturas favorables. Bosques de galería formados por alisos en las orillas de los ríos. Monte mediterráneo en las laderas de las montañas. Manchas de pinar procedentes de repoblaciones. Añadimos el jardín botánico creado por los monjes que desde siglos atrás fueron los únicos habitantes de la zona.
Farallones rocosos, principalmente de cuarcitas, que guarda en su interior la historia geológica. Huellas de trilobites, restos de oleaje petrificado. Y las pinturas rupestres que primero fueron citadas en un escrito, y nada menos que de Lope de Vega.
Unimos una avifauna abundante, dominada por el buitre leonado que utiliza sus roquedos para anidar. Variados son también los mamíferos entre los que se encuentra la cabra montes, con trofeos importante a nivel mundial en el mundo de la caza mayor.
Y nuevos vecinos como las ardillas que se han instalado en el valle no hace mucho tiempo.
Bueno, pues a mí no me importaría estar más tiempo en Las Batuecas.
Y a mi vivir en ellas
ResponderEliminarHermoso paraíso natural. Sin duda... 'Un espacio privilegiado'.
ResponderEliminarUn saludo de 'Ojolince y Sra.'